¿Qué es un proyecto de vida?
Del latín proiectus, el concepto de proyecto nombra el conjunto de actividades coordinadas e interrelacionadas que buscan cumplir con un objetivo específico. En este sentido, podría decirse que un proyecto de vida es la dirección que una persona marca para su propia existencia.
En base a sus valores, un hombre planea las acciones que tomará en su existencia con el objetivo de cumplir con sus deseos y metas. De esta forma, su proyecto de vida será como un programa a seguir para lograr sus anhelos.
Un proyecto de vida supone la elección de ciertas direcciones y la exclusión de otras, lo que puede generar un conflicto existencial y llevar a un estado de indecisión. Dentro del marco de situaciones normales, cuando una persona se dispone a escoger una determinada carrera universitaria, se enfrenta a una decisión que afectará su vida en muchos aspectos, desde el laboral hasta el social. Además, es necesario tener en cuenta que la elección tendrá como efecto inmediato el descarte del resto de opciones, y esto supone un desafío muy difícil de superar para muchos jóvenes.
La presión por parte de la familia es en general el primer problema que debe afrontar una persona a lo largo de su desarrollo. Los padres suelen comunicarse con sus hijos de manera indirecta, incrementando la sensación de incertidumbre de sus hijos a la hora de tomar decisiones por sí solos; cuando alguien regala un bebé de juguete a su hija, no le está diciendo claramente “quiero que te prepares para ser madre” o “si cuando creces decides no tener hijos te convertirás en la vergüenza de la familia”. Sin embargo, tampoco le expresa que no tiene la obligación de hacerlo y que tiene total libertad para escoger su propio camino.
Más adelante llega la influencia de los amigos, quienes acarrean a su vez la confusión causada por sus propios padres. La infancia está comprendida por las etapas más importantes de la vida, y un mensaje mal decodificado puede convertirse en la causa de un problema psicológico que marque a una persona para siempre. Es sabido que los niños no suelen cuidar sus palabras, ya que hasta cierta edad no bloquean sus sentimientos e ideas como sí lo harán de adultos. Esto se ve como una utopía para quienes, por ejemplo, soportan injusticias en su trabajo y no tienen la libertad de insultar a sus jefes y seguir adelante.
Sin embargo, la absoluta sinceridad y espontaneidad puede ser muy sana para quien se libera de su angustia, pero muy perjudicial para quien la recibe y no tiene las herramientas necesarias para comprenderla. Un caso muy gráfico es el de un niño que sufre de abusos psicológicos en su casa por parte de alguno de sus padres, y que intenta descargar contra un compañero de clase la frustración que le generan los malos tratos. Es muy probable que adopte una posición similar a la de su agresor, y que repita las frases despectivas que recibe a diario; además, tomando como ejemplo su propio problema, buscará a alguien más débil que él, para que su descarga surta efecto.
Dicho esto, los problemas de adaptación en el ámbito escolar, que muchas veces surgen de repetidas frases hirientes por parte de los demás niños o de los maestros, son grandes responsables de las futuras decisiones. No existe una fórmula que nos permita anticiparnos con exactitud al camino que escogerá una persona tomando en cuenta sus traumas, pero sí se puede saber con seguridad que éstos no pasaran desapercibidos a la hora de construir su propia vida adulta.
El proyecto de vida tomado como paradigma en muchas sociedades consiste en completar los estudios secundarios, escoger una carrera universitaria y cursarla con honores, casarse con una persona del sexo opuesto, comprarse una casa y tener hijos. Ante la duda de su efectividad, basta con salir a la calle y relacionarse con el mundo real para comprobar que el mayor porcentaje de personas que se atan una soga al cuello para escapar de las presiones de la vida, son quienes han intentado alcanzar dichos objetivos.